Generalmente, cuando me masturbaba con algún desconocido por cam, una vez terminada la paja, no volvíamos a tener contacto. Sin embargo, en el caso de Yago, fue distinto. Ya incluso la primera vez que lo hicimos, hablamos más de lo habitual, y lo que en principio iba a ser sólo un desahogo, acabó siendo una buena amistad.

Yago era gallego, y aunque tenía sólo dos o tres años más que yo, estaba casado y con una hija a punto de entrar en la adolescencia. Las primeras veces que hablamos no me pareció que dicha situación le provocase ningún problema, pero con el tiempo, una vez cogimos confianza, me di cuenta de que dicha apreciación no era del todo cierta.

Este chico se había casado muy joven, con 19 años recién cumplidos, cuando su novia se quedó embarazada. Por lo que me contaba, no tuvo otro remedio y por aquél momento no se planteó ni su sexualidad ni nada por el estilo. Era algo que tenía que hacer y punto. Pero pasados ya los años, se empezó a dar cuenta del error que había cometido y ahora se encontraba en una encrucijada de la que no sabía muy bien cómo salir.

Lo que sí tenía claro es que no pensaba ponerle los cuernos a su mujer, más allá de lo que hacía de vez en cuando por cam. Ése, para mí era un gesto que le honraba, porque pocos hombres (tal y como había conocido) eran capaces de autolimitarse tanto por respeto a la otra persona.

Sin embargo, toda la situación empezó a desbordarle hasta el punto de que había pensado en «quitarse de enmedio». Yago tenía pensado incluso la forma de hacerlo y por lo visto lo tenía todo bastante planificado

Días antes, para avisarnos cuando estábamos en Internet, nos habíamos dado los teléfonos y aunque no nos habíamos llamado nunca, ese día lo hice. Tardó en contestar y cuando lo hizo, lo hizo llorando. La verdad es que escuchar a alguien llorar a cientos de kilómetros, te da una sensación de impotencia que no había sentido nunca, así que hice todo lo posible por calmarlo y que viera que esa no podía ser una opción, que al menos pensase en su hija. Al final se consiguió tranquilizar y durante los siguientes días alternamos las llamadas y las conversaciones por Internet.

Finalmente decidió confesarle todo a su mujer y plantearle la separación. Un divorcio que iba a ser de todo menos fácil. A partir de ese momento nuestras conversaciones comenzaron a distanciarse en el tiempo. Por horarios de mi trabajo encima tampoco me conectaba tanto como antes, por lo que entre unas cosas y otras, con los meses, acabamos perdiendo prácticamente el contacto.

Debió pasar casi un año cuando nos volvimos a encontrar sin saberlo en el chat. Él me dijo que vivía en Barcelona e incluso me dio otro nombre distinto al suyo, pero cuando me pasó su contacto de MSN ya supe que era Yago.

Ambos nos alegramos mucho al reencontrarnos. Él, porque me dijo que siempre iba a estar agradecido por aquella llamada que le ayudó tanto al salir del pozo, y yo porque con él siempre tuve una conexión especial.

Me dijo que tras el divorcio (tremendo) con su mujer, le habían ofrecido un ascenso en su empresa y aunque ello conllevaba un cambio de ciudad, no se lo había pensado ni dos veces. Por lo que me comentaba, estaba como un chiquillo con zapatos nuevos. En tema hombres, ya no era virgen y por lo visto estaba tratando de recuperar el tiempo perdido.

Nuestra amistad parecía intacta, volvimos a retomar incluso nuestras conversaciones telefónicas hasta que un día me dijo que quería conocerme, y que me invitaba a Barcelona un fin de semana.

Ese mismo sábado me planté en la ciudad condal. En nuestras conversaciones, le había comentado alguna vez lo mucho que me molaba ver a un tío con camisa blanca, así que cuando llegué a la estación no me sorprendió verlo así vestido. Y me gustó. Nos abrazamos y me acompañó hasta su casa, que estaba a poco más de dos manzanas.

Una vez instalado, me enseñó fotos de su hija y su ex, con quien seguía llevándose bastante mal. Me dijo que lo que se le hacía más duro sobre todo era estar alejado de su hija, pero que las circunstancias venían como venían y no se arrepentía para nada del paso dado.

Me comentó el planning que me tenía organizado y antes de salir por la puerta, me pegó un morreo a traición que, lo que son las cosas, hizo que ambos nos relajásemos a partir de ese momento. Nos gustábamos los dos y eso se notaba, así que el fin de semana prometía.

Me hizo visita cultural completa: Ramblas, la Barceloneta, visita a la Sagrada Familia, Parque Güell… y ya por la noche, salimos de fiesta por la zona gay de la ciudad.

Esa noche yo bebí. Bebí bastante. Hasta el punto de empezar a morrearnos apoyados en la barra del primer bar al que entramos. Que vale, que era de ambiente, pero yo no solía darme el lote en público, por timidez más que nada. Supongo que el estar en una ciudad ajena, me desinhibí totalmente, haciendo que me diese igual todo.

En la discoteca en la que estuvimos, pasó tres cuartos de lo mismo, sólo que ahí encima, empezamos a meternos mano los dos, sobre todo él que no dejó de magrearme el culo mientras bailábamos y así estuvo durante un buen rato. Finalmente, cuando el calentón nos oprimía el pantalón de una forma descarada, nos fuimos ya para su casa sin dejar de morrearnos por la calle.

El último recuerdo que tengo de esa noche fue llegando al portal de su casa.

La siguiente imagen ya fue al día siguiente, despertarme en su cama, junto a él, ambos desnudos.

De lo que pasó esa noche no guardo ningún recuerdo. Ninguno. Yo esas cosas las había visto en películas y siempre pensé que por mucho que bebieses, algún recuerdo tendrías que tener. Hasta que me pasó a mí.

Por lo que me dijo, fue una buena noche, y por los condones usados que habían en el suelo, así debió de haber sido. De lo que sí me acuerdo es de la resaca que teníamos ambos esa mañana. Nos fuimos a la ducha y ahí nos dimos un biberón mañanero que al menos me espabiló bastante.

Ese día nos fuimos a Sitges (más gay no podía ser todo), y después de pasar un rato por la playa y comer, nos volvimos para recoger mis cosas y acercarme al tren.

Nos despedimos en la estación, dándonos un pico delante de todos que aunque me dio algo de vergüenza, me supo a gloria.

En el viaje de vuelta, traté de recordar los buenos momentos vividos, sin saber que, sin darme cuenta, estaba volviendo acompañado a Valencia…

Los comentarios, aquí debajo o en mi mail: gayalguien@hotmail.com.

19 comentarios en “Vicky Cristina Barcelona

  1. Vamos, que te llevaste a un Yago para rato… No se si los nombres que das son reales o no, pero ya es casualidad que conozca a dos Yagos de Galicia, uno de ellos con una historia muy parecida (embarazo adolescente, matrimonio tormentoso, cambio de ciudad e inicio de vida gay). Normalmente este tipo de chicos suelen desatarse bastante una vez dejan atrás su vida pasada, ya nos contarás si es el caso o no. Un saludo, Pablo.

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    1. No suelo usar nombres reales por motivos evidentes, claro. Así que no es la misma persona que tú conocías. De todos modos, por lo que cuentas, sus vidas serían bastante parecidas. Con despiporre tras la separación incluido.
      Saludos.

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  2. Suele pasar, en Málaga tengo un follamigo eventual que tuvo una hija con una novia del instituto pero cuando salió del armario y se separó se desató a base de bien, tanto que se puso a estudiar moda y abrió un taller-showroom en el casco viejo. Aunque eso sí, muy masculino, no entra para nada en el perfil de diseñador que todos tenemos en mente.

    Abrazotes.

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    1. Este también se desató, también. Si que suele ser habitual en estos casos, que todas las ganas acumuladas, salgan de golpe y la gente se ponga a follar como si no hubiera un mañana. Con el tiempo, todo se calma.
      Abrazos.

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  3. De tus palabras se intuye que la relación con Yago continuó. Una historia hermosa, aunque lleve tintes dramáticos de situaciones sobrevenidas. Encontrar el camino no es fácil, pero gracias a tu ayuda no fue imposible. Son muchos los que no se creen que pueda nacer una verdadera amistad a través de internet. Craso error. La suerte que tuvo fue encontrarte en una cam, no todo el mundo está dispuesto a escuchar y estar ahí aún habiendo cientos de kilómetros por medio.

    Un abrazo.

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      1. No me refiero al tema romántico ni al sexual, sino al afectivo, al de la amistad. Igual no eras consciente, pero sentir tu cercanía en la distancia, calmo sus miedos ayudándole a encontrar el camino. En esos momentos fuiste su ángel de la guarda, la única persona que podía comprenderle, apoyarle.

        Hay muchos que en internet van a lo que van, a saciar su hambre de carne. Me parece licito, no lo critico, pero tu relato confirma lo que he vivido en alguna ocasión, que también hay gente que escucha, empatiza y esta ahí en los buenos y en los malos momentos. Me alegro de que seas así, no cambies.

        Un abrazo.

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  4. Es cierto, a veces no nos damos cuenta como un simple gesto, una llamada en el momento oportuno puede servir de mucha ayuda. Eguro que te lo agradecerá siempre.
    La historia es agridulce como todo en la vida: por una parte toda la presión angustiosa de la pareja, la hija, la separación… y por otra, al parecer encontró su propio destino.

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    1. Sí, durante mucho tiempo Yago se acordó siempre de esa llamada que le hice para animarle. Para mí fue algo natural intentar ayudar a n amigo que no estaba pasando por su mejor momento.

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  5. Uffff, a mi eso de «venir acompañado sin saberlo» me hace pensar en compañeros de viaje poco deseables y mayormente microscópicos, aunque también los hay un poco más grandes y con patitas ( ya sabes, esos cuyo nombre rima con «pastillas» )… que igual he sido un poco descreído y resulta que con lo que volvías era con muchos sentimientos por este hombre ¡y podría ser! porque la historia de la relación me ha parecido intensa y bonita. pero con el paso de los años he terminado por volverme un poco descreído en esto de los sentimientos, no sé no sé…a ver si me devuelves la fe contando algo bonito en la continuación y me dices que no volviste con ladillas..¡huy, lo he dicho!
    Un abrazo

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  6. Qué historia más dramática y dura la de Yago. Si en esa nueva situación ,descargo lastre y es libre y feliz, pues fantástico, la verdad.
    No es de extrañar su agradecimiento en llamarle -precisamente- en aquellos delicados momentos

    Pienso que algo de Yago, o su camisa blanca te acompañaron en el viaje y algo más……..

    Un abrazo y ya nos contaras jejejeje

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