Desde que fui al fisioterapeuta y salí medio “armado” de aquella sesión, con tantos refregones y toqueteos, que me rondaba por la cabeza dar con algún masajista que aparte de dejarme la espalda en su sitio, me acabase con un final feliz.

Dado que estaba en una etapa en mi vida en la que tenía claro que lo único que buscaba de un tío era ya placer sexual, me dio por buscar entonces en milanuncios o alguna página similar (no recuerdo exactamente a través de cuál fue).

El anuncio que me llamó la atención fue curiosamente uno que no dejaba claro el tipo de masajes que daba. En realidad se anunciaba como quiromasajista para todo tipo de dolencias tales como dolor de espalda, lumbalgias o contracturas, pero también indicaba que daba masajes relajantes. Y específicaba que masajeaba piernas y glúteos.

Igual no iba a acabar la sesión con un final como el que yo había pensado, pero el hecho de que me masajeasen bien el culo, me daba ya morbo por sí solo.

Llamé, me dijo dónde tenía la consulta, y quedamos esa misma tarde alrededor de las seis.

Nada más entrar (domicilio particular) me llamó la atención lo profesional que parecía, lo cual en ese momento, no sé si me gustaba o no (no tenía claro que tipo de “atención” me iba a prestar).

Me pasó a una habitación acondicionada al efecto, en la que aparte de la camilla, había multitud de aceites en una estantería. La habitación, olía a incienso o algo así, pues tenía una varita encendida sobre una mesilla. De fondo, música ambiente tipo chill-out.

Me dijo que depende del masaje era un precio u otro. Me comentó que el completo era desnudo, y evidentemente escogí ese.

Lo curioso es que no sólo se refería a que yo me desnudase, sino que él también se quedó como dios lo trajo al mundo.

Me tumbé sobre la camilla y comenzó a esparcir varios aceites en mi cuerpo. Algunos estaban calientes al contacto con la piel y otros más fríos, con lo que el contraste me provocaba varias reacciones.

Empezó por los pies, y luego fue subiendo. Tobillos, muslos…hasta llegar al culo.

En esa zona me abrió un poco las piernas, y noté como dejaba correr un poco de aceite entre mis nalgas. Empezó primero con un suave magreo, hasta que empecé a notar como sus dedos masajeaban suavemente la zona del ano.

Cuando llegó a esa parte dí un pequeño respingo, lo suficiente para girarme y ver que por cómo tenía él la polla en esos momentos, el masaje a él también le estaba excitando.

El siguió un rato en esa zona y luego fue subiendo a la zona de la espalda y hombros, donde también estuvo un rato largo pues me comentó que esa zona la tenía bastante contracturada (lo cual era cierto).

Una vez terminado, me dijo que me podía dar la vuelta, que también me iba a dar un masaje por delante.

Cuando me giré, podéis imaginar cómo tenía el mástil del barco, que iba viento en popa y a toda vela…

Encima el líquido preseminal salía ya a sus anchas, pues los magreos recibidos lo habían propulsado a base de bien.

El masajista al verme la polla, me preguntó, en plan irónico, si lo estaba pasando bien, a lo que yo contesté que sí, y que por lo que veía también él lo estaba disfrutando.

Me comentó entonces que no me podía ni imaginar cómo eran los tíos que iban a su consulta y que para uno que estaba bien, era normal que él también se estuviese animando de esa forma.

Tras esa breve conversación, el tío comenzó de nuevo el masaje, primero por lo pies, y luego subiendo lentamente.

De las piernas, esta vez, pasó al pecho y abdominales, que es un sitio donde no me habían dado nunca un masaje, la verdad.

También me masajeó el cráneo desde atrás.

(Os recuerdo que el masajista iba en bolas, con lo que en ese masaje craneal, tenía sus huevos y polla a escasos centímetros de mi cara).

Y finalmente pasó a hacerme un masaje en la polla.

Primero echó otro tipo de aceite (olía a coco, de eso me acordaré siempre) en la zona de mis huevos e ingles.

Pasó las manos muy suavemente…sin dejar de mirarme a la cara mientras lo hacía.

Luego el aceite lo esparció por todo el tronco de la polla y con mucha tranquilidad comenzó a hacerme una paja como no me habían hecho en la vida.

Al estar tan embadurnado de aceite, sus manos se movían con toda facilidad, desde la punta del glande hasta la base, y cada vez iba aumentando el ritmo.

De normal, para correrme, siempre he tenido que ser yo quien me lo haga, pero en esa situación, con un morbo acentuado por todo el masaje anterior, el tío en bolas a mi lado, la música, el incienso y la situación en general, yo estaba ya apunto de explotar.

Tanto que le avisé, que no iba a tardar en correrme, y él me dijo que lo hiciese, que quería que disfrutase del “masaje”.

Al instante, noté que me venían los primeros espasmos y comencé a correrme.

Ya he comentado alguna vez que yo soy bastante lechero, pero si el morbo es mayúsculo, no sólo tiro cantidad sino que encima suelto varios trallazos, y en esa ocasión fue así.

El primer perdigonazo fue directo hacia arriba, llegándole hasta el pecho al masajista.

Al ver que yo lanzaba mucho, al tío no se le ocurrió entonces otra cosa que enfocar la polla hacia a mí, para evitar que le siguiese llenando. Sin embargo, el segundo trallazo no acabó donde él esperaba, sino sobre unas cortinas que estaban a mi espalda y que tapaban la ventana de la habitación.

Al ver el peligro que tenía mi rabo, me lo volvió a girar de nuevo, con lo que el tercer lanzamiento fue a parar a la pared de mi izquierda, que encima, al ser de un color oscuro todavía hacía que resaltase más el «gotelé».

Ya el cuarto, agotándome las reservas, cayó sobre la camilla y el suelo. Y el quinto únicamente sobre mi pierna.

Una vez recuperado (tardé unos segundos en recuperar las fuerzas) vi el estropicio de habitación que le había dejado en un momento, y me entró un ataque de vergüenza que para qué.

El dijo que no pasaba nada, que se limpiaba todo y ya estaba, pero algo molesto sí se le veía (sobre todo por la cortina, que parecía buena y se la había dejado bonita…).

Finalmente le pagué lo que habíamos señalado y me fui bastante contento, pues he de reconocer que salí mucho más feliz de como había entrado.

Los comentarios, aquí debajo o en mi mail: gayalguien@hotmail.com.

10 comentarios en “Un final feliz

  1. Ohh!! Me ha gustado mucho esta experiencia. Lo que más me ha llanado la atención es lo de «de normal, para correrme, siempre he tenido que ser yo quien me lo haga». Ahora ya veo que no soy el único que lo hace, yo también necesito correrme por mi mismo. No sé muy bien por qué pero pocas veces han conseguido hacerme eyacular la otra persona tocándome, sino que lo he tenido que hacer yo.

    James

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