Es curioso cómo funciona la mente humana, que si hay situaciones que quedan marcadas en ella, pasen los años que pasen, se recuerdan como si no hubiese pasado el tiempo.
Mi salida del armario ante Raquel, es una de ellas.
Si bien tenía claro que tenía que decirle ya algo desde hacía tiempo, el “chantaje” de Guillermo había acelerado esa necesidad. El problema era que no encontraba nunca el momento oportuno en que tenía que decírselo. El saber que yo a ella le gustaba, tampoco facilitaba las cosas.
A lo largo de mi vida ha habido gente con la que me ha sido muy fácil contarles que soy gay, pero con otras, por distintos motivos, me ha resultado muy difícil, optando muchas veces por no decir nada, con todo lo que ello significa.
Fue una tarde, en la que le estaba acercando en coche a su casa, y hablando un poco de todo, no sé porqué llegamos a hablar del tema de la fidelidad, los cuernos, los engaños y…la sinceridad. Fue entonces cuando me dijo si yo me consideraba una persona sincera, y yo le dije que sí, claro, que en términos generales sí, aunque bueno….
“Bueno….?” – repitió ella-
“Nadie es totalmente sincero, todos ocultamos algo” -dije yo, aplicando el clásico mal de muchos…
“Pues yo sí soy sincera, y me gusta que la gente a mi alrededor también lo sea…¿Tienes algo que contarme?” -replicó ella-
(Esa pregunta me intranquilizó: ¿Me estaba dando pie a que le explicase el tema, o me parecía a mí?)
Fue entonces cuando me armé de valor, y empecé.
“Es que…bueno… hay algo que no sabes de mí” -dije yo notando ya que se me aceleraba el corazón-.
“Dime, dime, soy toda oídos. A ver que es eso que me vas a contar” -dijo Raquel, con un tono entre nerviosa e intrigada-
“A ver…Raquel…yo…a mí…bueno…que me gustan los tíos. Que soy gay… Ya está, ya lo he dicho” -dije al final sin quitar los ojos de la carretera-
Y entonces, ella muy fríamente, con actitud casi de enfado, me dijo:
“Ya era hora, lo sabía desde hace meses”.
Yo fue oír eso, frenar el coche en seco y buscar un sitio donde aparcar porque justo esa frase no era la que yo esperaba, la verdad, y eso lo teníamos que hablar.
Resulta que un buen día Raquel fue a casa de Guillermo justamente cuando él y yo estábamos en medio de una de nuestras charlas por Messenger, la sentó frente al ordenador, y él sólo tuvo que dirigirme haciendo las preguntas oportunas para que yo cantase de lo lindo ante ella.
Me comentó que su primera reacción fue de cabreo, y de bajón, más que nada porque yo era otro gay que se acercaba a su vida (es lo que tiene ser una mariliendre de libro), pero que no le quedaba otra que asumirlo.
Lo que sí le cabreaba más es que yo no tuviese la suficiente confianza con ella para contarle algo así, y más sabiendo lo abierta que era ella con esos temas (esta reacción de enfado por no haberlo dicho antes suele ser muy habitual en estos casos).
Yo en ese momento no entendía nada. ¿Si Raquel sabía lo mío desde hace tiempo para qué me puso un ultimátum Guillermo? ¿Era un juego de los dos? En ese instante la verdad es que poco me importaba ya, porque para mi había sido como quitarme un peso de encima, y aunque ella estaba cabreada por no habérselo dicho antes, la situación se podía reconducir.
Lo único negativo es que después me comentó que no sólo lo sabía ella, sino que entre ella y Guillermo se lo habían ido comentando a todo el mundo que me conocía. Por aquel entonces el grupo se componía de amigos y de amigos de amigos y por cualquier persona que le preguntaba, me decía que sí, que también lo sabía. Incluso gente que habíamos conocido igual hacía dos semanas, esas personas también sabían que yo era gay.
Eso la verdad es que sí que me molestó, porque no sé, tampoco es plan conocer de nuevas a alguien y darte cuenta ahora que sabían mucho más de mí que yo de ellos, y que supiesen cosas como ésta, no me hizo especial gracia.
Los días siguientes incluso me rayé un poco con el tema, porque pensé si no me habrían puesto algún mote tipo el marica armarizado, o se burlaban de mí de algún modo…
A los dos días quedamos todos y la verdad es que su reacción fue bastante buena, mejor de la que yo esperaba. Más que nada porque me seguían tratando de la misma forma en que me trataban antes, ni mejor ni peor, y eso era justo lo que yo quería.
(Nunca me ha gustado el tipo de gente que cuando se entera de algo así, te empiezan a preguntar si te has acostado con fulanito, si te gusta menganito, si eres pasivo, activo o qué sé yo, para mí la mejor reacción en estos casos siempre ha sido la indiferencia).
Con Guillermo, sin embargo, sí que me fui aparte del grupo porque tenía que hablar de algunos asuntos pendientes. Yo, aunque realmente no estaba cabreado con él por hacerme un outing de esa forma, sí que estaba dolido, y encima estaba el tema de la grabación de la paja por cam que os comenté en Rec.
Pero claro, esa grabación nunca existió (aunque yo a estas alturas sigo sin tenerlo claro) y de existir, mucho menos hubiera estado dispuesto a enseñárselo a Raquel, o eso me dijo, pero que simplemente funcionó para que yo hiciese lo que tenía que hacer.
A día de hoy, la relación con Guillermo, aunque sigue existiendo, nunca llegó a ser tan de confianza como aquellos primeros meses, y aunque siempre le agradezco la “ayuda” que me prestó esos días, no creo que fueran las formas más adecuadas.
Por cierto que aunque he dicho que todo el mundo sabía que era gay, no es cierto, porque María, que si os acordáis fue la compañera de clase que me puso en contacto con Raquel y compañía, era la única del grupo a la que no le habían contado nada (nunca había salido el tema con ella, me dijeron), y eso, tarde o temprano habría que remediarlo.
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(Ah, se me olvidaba…¡¡Felices Fiestas a tod@s!!)